Alemania decidió apagar su energía nuclear de forma gradual y puso una fecha límite: 2022. "Queremos que la energía del futuro sea más segura y al mismo tiempo fiable y a un coste asumible", dijo la canciller Angela Merkel.
La apuesta por el apagón nuclear ahora impulsada por la coalición conservadora de Merkel supone la rectificación de la ley para prolongar la vida de las plantas atómicas hasta mediados de la década de 2030 que había sido aprobada a finales del año pasado.
Según los analistas, esa norma fue el germen de los malos resultados cosechadas en las cinco elecciones regionales celebradas en lo que va de año y que se celebraron en medio de los ecos de la catástrofe de Fukushima, en Japón.
Este viraje alemán tiene consecuencias. Las empresas de suministro eléctrico advirtieron que el apagón nuclear podría conllevar una subida en los precios de la energía.
Los analistas han advertido que se fortalecerán las estaciones de energía con base en carbón. Por otro lado, también temen que como consecuencia de un eventual aumento de las importaciones de electricidad, se incremente la producción de energía nuclear en países vecinos a Alemania, como la República Checa y Francia.
De esa opinión es el ministro de Medio Ambiente sueco, Andreas Carlgren, quien criticó la nueva política alemana y la calificó de "poco realista".
El funcionario señaló que Alemania va a tener que importar energía nuclear de Francia y se volverá más dependiente del carbón.
"Se ponen (los alemanes) en riesgo de no satisfacer el doble desafío de reducir la dependencia de la energía nuclear y reducir las emisiones contaminantes", señaló.
Según los expertos, el proyecto alemán podría acarrear problemas para la red de suministro eléctrico.
Muchas de las plantas nucleares están en el sur del país, situadas de forma conveniente para el gran consumo energético de ciudades como Munich y Stuttgart y fábricas como la Volkswagen.
Si se desmantelan estos generadores del sur, la idea es que las granjas de energía eólica del norte puedan entrar al quite. Pero eso implica nuevos cables de alto voltaje con sus correspondientes torres de alta tensión.
"Carecemos de las líneas de electricidad necesarias para transmitir la generada eólicamente desde el norte. Esto podría llevar a problemas masivos en la red e incluso a apagones", señala Johannes Teyssen, director ejecutivo de la empresa de electricidad E.On.
Para evitar eso, se propone una nueva red de cables de alto voltaje que corra por el corazón mismo de Alemania.
Pero ya hay protestas de grupos inconformes que señalan que rehacer la industria energética del país significa redireccionar las líneas de transmisión a través de sus pintorescos paisajes rurales.
Alemania enfrenta opciones duras. La energía eólica no es fácil ni barata, ni es una opción rápida.
Una de las alternativas es otro carburante odiado por los medioambientalistas: el carbón.
Según la economista Claudia Kemfert, del Instituto de Investigación Económica de Berlín, el desastre japonés fortalecerá el carbón en todo el mundo. Y este hecho podría conllevar consecuencias nocivas para el medio ambiente.
"Creo que las emisiones de CO2 se incrementarán tremendamente en la siguientes décadas, porque más y más países usarán carbón como Alemania. Y esa es una historia triste para el cambio climático", dijo.
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